Intercambios – Iván Edeza

Foto: René Peñaloza Galván, Rogelio Sosa e Iván Edeza

Puede ser el primer encuentro, al menos esa la imagen mental que tengo, una conversación en el Salón México; hablábamos de música y alguno de nosotros soltó el nombre Captain Beefheart, coincidimos en ese gusto y lo vinculamos a otros intereses comunes.

Así conocí a René, nos presentó nuestra amiga Paulina del Paso quien, en ese momento y después, triangularía más complicidades y colaboraciones. Recuerdo sobre todo El Mirador, un puesto callejero de lámina que funcionaba como tortería en la vía pública, fue confiscado por las autoridades de la delegación y recuperado por iniciativa de Paulina y René (como colectivo Los Miniplugs). Esta reconfiguración tenía como propósito servir para propuestas curatoriales y artísticas, un espacio transformado para el arte contemporáneo. El Mirador se instaló en la glorieta del metro Insurgentes y permaneció un año con proyectos de varios convocados. El diseño de María José Cuevas invitaba a los transeúntes a acercarse y descubrir las piezas a través de varias mirillas dispuestas a distintas alturas. La inauguración fue en febrero de 2005 con el proyecto Road Movie, una colaboración entre Rogelio Sosa y yo. Cuando René decidió continuar sus estudios de cine en New York University, invitaron a sumarse al proyecto a Alex Dorfsman, quien recibió la estafeta.

Asistí como público a su instalación para el IV Festival de Arte Sonoro. Hábitat Sónico (2002) en Ex Teresa Arte Actual. Coincidimos durante un viaje a Chiapas (2006) cuando el Laboratorio Curatorial 060 convocó a Paulina y René para hacer el documental del proyecto Frontera. Esbozo para la creación de una sociedad del futuro. Lo invité a escribir sobre la escena de improvisación audiovisual y ruido que se vinculó a Casa Vecina, en una primera versión tenía el título What we simultaneously talk and don’t talk about when we talk about noise. Después de discutir un poco los contenidos, lo editó y decidió cambiarlo a Música noise: una práctica no lineal, publicada en 2011 en la memoria Identidad provisional. Primera entrega. En agosto de 2009 supimos de su participación como uno de los 200 guitarristas que interpretaron A Crimson Grail la pieza de Rhys Chatham presentada en el Lincoln Center Out of Doors Festival. A principios de 2007 nos compartió su colaboración con Jan St. Werner, la mitad de Mouse on Mars.

Las visitas a su departamento en la Ciudad de México eran sesiones de escucha y conversación. René ofrecía un muy buen whisky mientras hablábamos de música, cine, literatura, comics… hacíamos intercambios de vinilos, libros o archivos digitales, nos prestábamos y copiábamos películas. Así conocí cineastas, escritores, fotógrafos, me interesé en el Tropicalismo… El espacio siempre ambientado por su generosidad al compartir su colección, un buen mapa de la diversidad de intereses y gustos, se enriquecía por el conocimiento y el sentido del humor que siempre atravesó las sesiones; como cuando le pregunté por su novia y me respondió ‘decidimos darnos una vida sabática’ o sus pequeñas provocaciones cuando preguntaba si la mejor traducción de gentrification sería fresificación. René contaba alguna anécdota de los años que vivió en Austin, escuchábamos algunos de sus favoritos: Belle & Sebastian, The Clash, Ramones, me sugería ponerle atención y seguirle la pista a M.I.A. y seleccionaba algo de Tex-Mex o el Hip Hop más raro de diferentes partes del mundo, para terminar comiendo tacos en El Huequito de Ayuntamiento o en El Borrego Viudo. La generosidad con el conocimiento y los materiales que coleccionaba me pareció un rasgo de familia cuando conocí a Lupita, su madre, y Beto, su padre, tan entusiastas por compartir.

En un par de ocasiones nos avisamos de algún hallazgo curioso, como un remate de vinilos en lo que fue una tienda de discos sobre Balderas. Encontramos varias copias todavía selladas de The Ascention de Glenn Branca en $10.00 pesos. Nos acompañamos a hurgar en las cajas de los vendedores de vinilos que colocaban sus puestos callejeros en la esquina de Avenida Juárez y Balderas. Por recomendación suya, me suscribí a la revista Wire, y a manera de invitación me regaló una de las recopilaciones que acompañan algunos números.

En noviembre de 2008 tuvimos oportunidad de hacer nuestros rituales, dinamizados en esa ocasión por largas caminatas. Al regreso de un viaje, hice una escala en NY y me quedé en su departamento de Williamsburg. Dedicamos mi estancia a recorrer las tiendas de discos y librerías, algunas de las cuales había visitado uno o dos días antes. Me llevó a los sitios para comer que había descubierto y de regreso en el departamento escuchamos sus adquisiciones más recientes. Me mostró la jarana eléctrica y la quijada de burro con la que interpretaba el son-punk en Bachelor Sound Machín, junto con nuestros amigos Alejandro Almanza y José Luis Cortés; obviamente, me regaló el CD-R que editaron.

Nos vimos una vez más en diciembre de 2009, en la Ciudad de México, para ir a un restaurante de comida libanesa Continuamos en mi departamento escuchando los vinilos de la Antología del Son en México, hablamos de nuestras preferencias entre el son huasteco o jarocho, le regalé un par de álbumes en vinil que tenía duplicados, uno de Mono Blanco que conseguí sellado, y le copié el primer CD de Los Cojolites que había estado buscando desde hace mucho. En esa ocasión, buscamos un pretexto para una posible colaboración, hacer una playlist con las canciones más tristes, pensamos juntos cuál sería la mejor versión de My Funny Valentine para esta lista.

La no linealidad y arbitrariedad de estas anécdotas me refresca algunas charlas sobre la nociones de lo real y lo documental, sobre F for Fake, Close Up de Kiarostami o sobre los experimentos de Stan Brakhage, en fin… de tan frescas me hacen darle vueltas a que la etimología del nombre René es renacido… y a la frase de Esteban Zarco con la que firmaba sus correos-e, ‘Hay más vídeo que vida’.

Iván Edeza
2020

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