Pero, a fin de cuentas, ¿qué es esta caja cubierta de ojos y flechas?
Resulta más sencillo comenzar por lo que no es. El Mirador no es un esfuerzo por llevar el Arte –con mayuscula– a la gente (eso ya lo hicieron los muralistas hace mucho, y además no tenemos el presupuesto para tanta pintura). Lo que buscamos fue colocar obras que nos parecieron interesantes en un sitio fuera de lo común, donde la gente podía toparse con ellas por casualidad, como a veces uno se topa en la calle con un libro o un disco pirata que le llama la atención.
El Mirador no pretendió ser un museo: a los museos se entra con las piernas, aquí se accesa con la mirada. Aunque no es la primera vez que se hace algo por el estilo (Marcel Duchamp fue una influencia clave, por ejemplo), esta caja agujerada es sobre todo un experimento. Un experimento en el cual lo que ocurra afuera, con la gente que se vaya acercando, es tan importante como lo que suceda adentro.