Mundo febrero

Mundo febrero

René Peñaloza Galván para Latin Pulse

Tony Allen

Home Cooking

Comet, 2002
Después de la oscura densidad de su genial Black Voices (Comet, 1999), Tony Allen regresa con un trabajo mucho más diáfano que bien podría considerarse lo más accesible que ha realizado hasta la fecha. Ya lo dice en su prólogo a las notas: “Desde un principio he intentado encontrar cosas que todo el mundo quiera escuchar. Siempre he impulsado el afrobeat en diferentes direcciones. Aquí está otra más, otro estilo, casi limpio pero todavía áspero, irregular y radical”. Como baterista de la mítica banda Africa 70, Allen fue coarquitecto junto con Fela Kuti del sonido afrobeat, estilo caracterizado por su relajada  complejidad elaborada en maratónicas sesiones donde el ritmo alcanza el poderío de un fenómeno natural. La presencia del rapero británico Ty es clave en el arrenque de Home Cooking: “Woman to Man” y “Every Season” (con coros de Damon Albarn) son poderosos ejercicios que buscan refrescar las implacables cadencias del afrobeat con aires de soul y hip-hop. En “Kindness”, “Jakelewah” y “Home Cooking”, Allen demuestra que sigue siendo el rey al momento de desarrollar temas sobre bases rítmicas que se van transformado mediante movimientos tan sutiles y potentes que sólo pueden describirse como telúricos. La única decepción es “Calling” que en sus coqueteos con un sonido más suave acaba perdiendo toda contundencia. Con Home Cooking Allen ha hecho a un lado sus tendencías más crípticas para declarse a favor de la claridad  tanto en la música como en las letras. Un sonido optimista aunado a un mensaje de negritud y paz ubican al disco en un plano similar al excelso Fight to Win (Barclay, 2001) de Femi Kuti. Seguramente Fela estará sonriendo desde su gran harem en el cielo.

Hasidic New Wave & Yakar Rhythms

Belly of Abraham

Jewish Alternative Movement/ Knitting Factory, 2002
Hasidic New Wave es el proyecto experimental del saxofonista Greg Wall y el trompetista Frank London, mejor conocido como líder de los Klezmatics, agrupación dedicada al rescate y actualización de la música tradicional judía llamada klezmer. Originario de Europa Oriental, el klezmer comparte numerosas características con las músicas gitanas de Rumania y Bulgaria. El sonido de Hasidic New Wave amalgama los rasgos tradicionales del klezmer con los idiomas contemporáneos del jazz de búsqueda. Para Belly of Abraham Wall y London invitaron al trío de percusionistas senegaleses Yakar Rhythms. Subtitulado “Aventuras de la diáspora afro-semítica”, la música encuentra numerosos puntos de contacto entre el espíritu ‘oriental’ del klezmer y las cadencias africanas. El disco arranca a todo vapor con “Waaw Waaw”, una tormenta de percusiones y alientos construída alrededor de una oración en Wolof. David Fiuczynski –de los Screaming Headless Torsos– destaca especialmente en “Bread of Affliction” y “Sea Reeds”, donde su guitarra alcanza una expresividad comúnmente identificada con el clarinete en los ensambles tradicionales. Algunos fanáticos de los Klezmatics posiblemente descartarán a Belly of Abraham como un ejemplo más de lo ínsipido y apelmazado que resulta el ‘etnojazz’. No obstante, aquellos oídos dispuestos a digerir largos solos y ritmos forzados hacia la complejidad se encontrarán frente a un disco que además de su obvió virtuosismo posee un gran corazón.

Max de Castro

Orchestra Klaxon

Trama , 2002
En su disco debut, Samba Raro (Trama, 1999), el multiinstrumentalista, productor y compositor Max de Castro rindió homenaje al canon de la música popular brasileira a la vez que le faltaba al respeto, catapultándola al siglo XXI con sus atrevimientos formales. El resultado fue de proporciones sísmicas: sus secuelas se sintieron en lugares tan remotos como Nueva York (Bebel Gilberto) y Alemania (Da Lata). De entrada, Orchestra Klaxon no posee los bríos revolucionarios de su antecesor. Actualmente, de Castro parece más enfocado hacia el soul y el jazz, en lugar del eclecticismo radical que le habíamos escuchado. La producción sigue siendo meticulosa e inovadora , pero en esta ocasión ocupa un segundo plano respecto a la melodía y la armonía. Se trata pués de un disco que en lugar de estirarse y tomar al escucha por la solapa, pretende seducirlo poco a poco para que éste lo explore con detenimiento. La gran mayoría de los arreglos se van transformando lentamente, de manera casi imperceptible, aunque para el final definitivamente se han desplazado a un lugar diferente. En esta tónica se encuentran temas como “Sonho de verão” que inicia como una tersa celebración del bossa nova y el samba-soul hasta culminar en un jam session de jazz, o “Mais uma vez, um amor” que logra darle un giro romántico a las encrespadas cadencias del drum’n’bass. Puede que se extrañe al de Castro más incisivo, pero es alentador darse cuenta que estamos frente a un músico reacio a estacionarse en un nicho específico.

Varios

Son del Mundo

De Cuba Son
Cubanos & Famosos
Son Musical/ Egrem/ JM, 2002
El son cubano continúa siendo compilado, recopilado y reempaquetado. Estas tres colecciones reunen temas a cargo de nombres tan familiares como Eliades Ochoa, Compay Segundo, Ibrahím Ferrer, Rubén González y Omara Portuondo. Se trata de grabaciones muy anteriores al boom del Buena Vista Social Club, aparentemente tomadas del vasto acervo de EGREM, el sello de estado que por mucho tiempo fue el único en la isla. Digo aparentemente porque las ‘notas’ de cada disco –si es que pueden llamarse así– apenas mencionan el título e intérprete de cada corte, sin ofrecer el más mínimo contexto respecto a lo que estamos escuchando, algo fundamental cuando se trata de grabaciones que ya pueden considerarse históricas. Es más, no vienen ni los nombres de los compositores. Por si fuera poco, el empaque exterior de cada compilado no trae un listado de los temas incluídos en el mismo, sólo se mencionan a algunas de las estrellas que los interpretan. ¿Será que la disquera Son Musical piensa que algunos nombres famosos bastan para vender, o les incomoda que varios de los temas ya hayan sido incluídos en otras colecciones? Tan ramplona comercialización resulta más molesta tratándose de música tan valiosa. Está, por ejemplo, “Como siento yo” donde la voz de Raúl Planas se hace acompañar del piano de Rubén González y la Orquesta de Enrique Jorrín en una demostración clásica de romanticismo habanero. Hay algunos duetos entre las guitarras de Eliades Ochoa y Compay Segundo, y otros más del último con Pablo Milanés. ¿Y que decir de los temas de Ibrahím Ferrer con Los Bocucos, donde su aterciopelada garganta sonaba más tersa que hoy en día? En fin la gran mayoría de la música es irreprochable. Lástima de la mercenaria presentación.

Kitaro

Daylight, Moonlight: live in Yakushiji

Domo, 2002
En un género donde pululan los fanfarrones, Kitaro se ha distinguido por hacer new age basado en un auténtico conocimiento musical. Basta con escuchar “Monk’s Intro”, corte inaugural de este álbum doble donde demuestra un dominio de las peculiares sonoridades encontradas en los cantos de los monjes budistas, para descubrir que se trata de música con fundamentos. Puede que uno no comulgue con su manera de componer, pero no se puede negar que Kitaro es un compositor con una sensibilidad propia y bien definida. Daylight, Moonlight consiste de temas grabados a lo largo de tres conciertos en el templo de Yakushiji en Nara, Japón. Las cenizas del monje Genjo Sanzo, quien trajo los textos sagrados del Budismo de la India a China y Japón, descansan en dicho templo. A decir del propio Kitaro su intención era transmitir “la pasión del viaje de Genjo”. Bonitas melodías, crescendos épicos y ambientes sonoros que evocan a la naturaleza son la materia prima de doce cortes que, a juzgar por la reacción del público durante la grabación, deleitarán a los seguidores del músico. No se trata de un disco que vaya a convertir a los detractores del new age (entre los que debo incluirme), pero si es un ejemplo de lo que puede llegar a ser esta música cuando es llevada a cabo con talento y convicción.

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